Si estás buscando un pueblo en que realmente se puede vivir la sensación única de la Costa Brava, este sin duda es Calella de Palafrugell, un antiguo pueblo pesquero con una mágica atmósfera. Para muchos Calella de Palafrugell es uno de los pueblos más auténticos de la Costa Brava, un pueblecito lleno pesquero de casas blancas en la misma orilla del mar con barcas de madera ancladas en la playa donde paseando percibirás la pureza de la auténtica Costa Brava. Además, el literal de esta zona tiene una gran cantidad de calas preciosas con aguas cristalinas en su alrededor. También merece un vistazo el Jardín Botánico de Cap Roig donde podrás contemplar más de 1000 especies distintas, organizadas en un entorno fabuloso en terrazas delante del mar.
Pegado a Calella de Palafrugell, Llafranc es otro pequeño pueblo con encanto que junto con Calella de Palafrugell y Tamariu pertenece al municipio de Palafrugell. Llafranc cuenta con playas muy bonitas y también con el faro más potente de la Costa Brava, el faro de San Sebastián. Junto al faro también podrás conocer el yacimiento ibérico de Sant Sebastià de la Guarda.
Entre Begur y Calella de Palafrugell se encuentra Tamariu, un pequeño municipio pesquero fundado a principios del siglo pasado. Preciosas calas rodean este atractivo pueblo turístico donde la playa está llena de restaurantes. No obstante, su ambiente siempre sigue siendo tranquilo y auténtico. Cerca de Tamariu se encuentra la Cala de Aigua Xelida que se conoce entre los paisajes más preciosos de toda la Costa Brava.
Si hay un pueblo en la Costa Brava que se conoce ante todo por sus playas como Sa tuna o Sa Riera y menos por el pueblo mismo, este es Begur. En los alrededores de Begur se encuentran algunas de las calas más famosas de la Costa Brava, como Aiguablava, pero el pueblo mismo también merece ser visitado.
Cuenta también con un pequeño castillo en ruinas en lo alto de su colina y las vistas son realmente espectaculares. Normalmente se pueden ver muy bien las islas Medes y en días claros los picos de los Pirineos también. El pueblo tiene muchísimas casitas blancas (en la calle Vera por ejemplo) y unas casas llamadas indianas que fueron construidas por aquellos begurenses que habían emigrado a Cuba en el siglo XIX. De hecho la fecha más importante en el calendario local es la Feria de los Indianos que se celebra el primer fin de semana de septiembre para recordar estos lazos históricos entre Begur y la isla caribeña.
Aunque quizás más te sonará Sa Tuna como un lugar que alberga algunas de las calas más bonitas de la Costa Brava, este pequeño pueblo rodeado de pinos, también merece ser visitado, ya que es un antiguo pueblo de pescadores que ha sido capaz de conservar su ambiente auténtico.
Pals es uno de los pueblos medievales mejor conservados de no solo la Costa Brava, sino de toda Cataluña. Aunque su casco antiguo se encuentra algo alejado del mar, en un viaje a la Costa Brava, no podemos dejar de visitar este lugar encantador. Pals está encima de una pequeña colina y ha conservado de forma espectacular su casco antiguo. Del castillo del pueblo solo queda la circular torre de las Horas, pero paseando en sus calles empedradas podrás imaginarte en un pueblo de la Edad Media. En los meses de verano te aconsejamos visitarlo fuera del fin de semana, porque los domingos parece estar en un parque temático con grandes grupos de turistas.
A apenas unos kilómetros de centro histórico se encuentra la playa de Pals (conocido también como la Platja del Racó), una playa larga con dunas de arena en su alrededor. También merece la pena acercarse al mirador de Josep Pla con unas vistas asombrosas de la región del Ampurdán.
Peratallada es otro pueblo precioso de la región Ampurdán. Aunque algo más pequeño que Pals, es quizás el pueblo medieval mejor conservado de toda la Costa Brava. Un triple reciento de murallas y un foso protegen su casco antiguo y merece la pena perderse por sus estrechas calles adoquinadas y sus plazas con encanto como la plaza de les Voltes o la plaza Mayor. El pueblo está repleto de caserones fortificados, preciosos arcos de la época gótica. Callejeando por el laberinto de sus calles llegarás al castillo cuya torre se impone sobre el resto del pueblo.
El tercer pueblo del conjunto de pueblos medievales del Ampurdán que se sitúa más hacia el interior que Pals o Peratallada es Monells. Monells cuenta con apenas 200 habitantes y es también de visita obligada. Su plaza mayor con pórticos es realmente singular y es aquí donde se celebraba uno de los mercados principales de Cataluña en la Edad Media. Quizás te sonará haber visto este pueblo recientemente en una película, pues no te estás equivocando, ya que varias escenas de la peli Ocho apellidos catalanes fueron rodadas aquí.
Palamós es uno de los pueblos míticos de la Costa Brava. Gracias a sus ricas gambas de color intenso, este pueblo es conocido a nivel internacional. Su paseo marítimo es el lugar ideal donde deliciarse con este plato rico disfrutando del ambiente relajado. Cerca de Palamós está la playa de la Fosca, una de las bonitas playas de ambiente familiar en la costa Brava.
También cerca se encuentra S’Alguer, uno de nuestros lugares favoritos de esta parte de la Costa Brava. Un asentamiento minúsculo constituido de pocas casas de pescadores que representan un remanso de paz que nos encantó cuando lo visitamos recorriendo parte del Camino de Ronda.
Quizás no se suele considerar Sant Feliu de Guixols y Platja d’Aro entre los pueblos más encantadores de la Costa Brava, ya que está es la zona quizás más urbanizada de toda la región con un sinfín de hoteles y otras instalaciones turísticas y comerciales. No obstante ambos lugares albergan lugares de interés más allá de sus calas y playas en general arrebatadas durante los meses de verano. Sant Feliu de Guixols cuenta con un impresionante monasterio benedictino de estilo románico. Merece la pena pararse delante su famosa Porta Ferrada del siglo X para imaginar cómo era la vida en antiguos tiempos. Aunque Platja d’Aro se conozca por su gran oferta de ocio, muchos no saben su legado histórico, como por ejemplo la villa romana del siglo I. a.C. situada en el enclave de Pla de Palol. Sant Feliu de Guixols también es una buena base para realizar algunas actividades placenteras en la Costa Brava.
Fuente de inspiración para escritores y artistas, Cadaqués es el pueblo que para muchos es el símbolo de la Costa Brava. Su casco histórico con sus casas blancas con muchos detalles azules y su gran puerto pesquero lleno de pequeñas embarcaciones paradas en las aguas cristalinas de su bahía, es la foto de postal que a todos nos viene a la mente cuando pensamos en Cadaqués. Pasear por su paseo marítimo, en una tarde de verano, perderse entre su callejuelas saboreando el ambiente bohemio del lugar es algo obligado que hacer en un viaje a la Costa Brava. Para una primera contacto con el pueblo blanco.
Empezamos este viaje por los 20 pueblos más encantadores de la Costa Brava en el pequeño pueblo de El Port de la Selva, situado en la costa norte de Cap de Creus atrapado entre las montañas de la Sierra de Rodes como la imponente cumbre de San Salvador y el mar Mediterráneo. El Port de la Selva es otro pueblo blanco pesquero como Cadaqués, pero en versión mucho menos turística.
En el caso de este pueblo también, la atracción principal se encuentra en los alrededores. Encima de una montaña se halla el Monasterio de Sant Pere de Rodes, un ejemplo espectacular y probablemente el más sofisticado de la arquitectura gótica catalana. Visitando el monasterio, además de hacer una inmersión en la época cuando este era el centro espiritual de la región, podrás disfrutar de unas vistas inmejorables.
fuente de Splanet